miércoles, 3 de diciembre de 2008

El Impulso

El calor de la noche interrumpe mi sueño, me siento en la cama miro a mi alrededor y a media luz veo que todo esta como lo habia dejado horas atrás. Intentando hacer el menor ruido posible me acerco hacia la silla donde se encontraba la ropa que utilize el dia anterior. Me visto. Salgo a la calle sin rumbo definido y me largo a caminar acompañado de los destellos de la luna que a mi paso deja sombras en la solitaria avenida; pasada la primera hora de mi caminata solitaria me pregunto ¿Qué hago caminando a estas horas, sabiendo que mañana debo madrugar? pero la pregunta se pierde en la oscuridad sin respuesta al igual que el Palio blanco que hace instantes paso junto a mi lado.
Continuo con este ataque repentino de ejercicio nocturno y sin proponermelo llego a una plaza la cual no podia reconocer ya que no se encontraba iluminada ademas no tenia nocion de donde me encontraba y como hacer para regresar a mi hogar. La plaza parecia ser bonita pero no podia ingresar ya que se encontraba enrejada, al igual que todas las plazas de la ciudad de Buenos Aires; la recorro con la mirada y me propongo entrar saltando las rejas que me separan de una hamaca que se balancea al compas del viento. Lo logre! Estoy sentado en la hamaca la cual ahora se mueve al ritmo de mis movimientos, bajo la mirada y veo que mi pantalón se ha rasgado con una de las puntas de la reja tambien noto un pequeño hilo de sangre al que no le doy importancia. De esta manera comienzo a darle impulso a la hamaca con mi movimiento, la brisa nocturna acariciaba mi rostro mientras que una nueva pregunta emergia de mi interior.
Esta vez si le di importancia y en voz alta dije ¿Qué hago aquí?, la unica respuesta que obtuve fue de un grillo, que seguramente estaria entre las amapolas que rodeaban la calesita, pero como es logico no interprete mas que un simple ruido. Comenze a mirar hacia mi interior en busca de la solucion a este enigma pero nada de lo que encontraba daba sentido a la pregunta, calculo que estuve hamacandome cincuenta minutos consecutivos sin detenerme a tomar aire, hasta que de repente escucho el cantar de un pajaro. Este se encontraba sobre uno de los fierros de la hamaca lo miro detenidamente y me doy cuenta que era un gorrion, el ritmo del balanceo comienza a reducir, un estornudo repentino hace que el bipedo emprenda vuelo. “Debe estar por amanecer”, me digo, parandome rapidamente busco comenzar el regreso a casa. Salgo de la plaza, esta vez sin sorpresas en la ropa, e intento repetir el camino que me habia llevado hasta ese lugar. Llego a la esquina miro a ambos lados y con lo unico que me encontraba era con mas oscuridad. Decido ir hacia la derecha, camino en linea recta alrededor de treinta cuadras hasta que veo a pocos metros de distancia una garita precaria iluminada por una lamparita que le daba luz opaca en el interior. Me acerco, golpeo la puerta suavemente unas dos o tres veces hasta que un hombre de aproximados sesenta años abre una pequeña ventana, intentando darle fin a un bostezo que se habia adueñado de el.
Disculpe, necesito llegar hasta la casa de un familiar pero no conozco mucho la zona, (me daba demasiada vergüenza decirle, “señor: Sali de mi casa no se por que, me perdi y ahora no tengo la mas minima idea de como volver), el hombre me mira con cara de asustado y era logico, ya que la seguridad en estos dias deja bastante que desear, sale de su lugar de trabajo y con una mezcla de amabilidad y temor me explica como debo llegar. El cantar de los pajaros ahora se torna consecutivo, por lo que decido apurar el paso sin detenerme por nada ni nadie, (absurda es la segunda opcion ya que no conozco a mis vecinos por una cuestion de interes, asi que seria poco probable encontrar a alguien y que ademas me salude), al llegar a la esquina de mi casa sonrio y normalizo el paso. Silenciosamente vuelvo a entrar a mi cuarto y sin quitarme la ropa me tiro sobre la cama, minutos después suena la alarma del despertador. con cara de odio lo apago. Tomo las prendas limpias, me dirijo al baño para ducharme y de esta manera doy comienzo a una nueva jornada la cual para mi ya habia comenzado. Nuevamente salgo a la calle, esta vez si con destino definido… el trabajo, llego a la parada del colectivo y milagrosamente este estaba en la parada esperando que termine de subir una mujer que tenia un niño en brazos. Pago mi boleto, camino por el pasillo y me siento en uno de los asientos del fondo; apoyo la cabeza sobre la ventana y esta vez sin buscarlo consigo responder la pregunta que me habia hecho horas atrás…”¿Qué hago aquí?,”…
Esa noche habia seguido un impulso que me habia llevado a caminar incontable cantidad de cuadras, sin pensar que al otro dia tenia obligaciones por cumplir, estaria arrepentido de haber seguido un impulso sin antes haberme planteado lo que me estaria esperando al dia siguiente? La respuesta salio sin espera alguna y fue un rotundo NO. Me di cuenta que estaba contento de que por una vez en la vida hice las cosas sin pensar y que “ese impulso” me habia ayudado a conocer el barrio de noche. Si bien para algunos puede parecer una tonteria, para mi no lo era ya que nunca realizaba nada sin antes pensarlo reiteradas veces, fijo la mirada en la numeración de calle al darme cuenta que estoy en Irigoyen al 2400, bajo del colectivo e ingreso al trabajo con una sonrisa, cosa que tampoco sucedia a menudo.
Ese dia logre adelantar trabajo para varias semanas, rendi como empleado de una manera que antes no lo habia logrado… tal vez lo que me estimulo es que horas atrás habia conocido una nueva parte de mi, quizas ya la conocia y sin proponerlo la modifique, puede haber tantos tal vez o tantos quizas, la cuestion es que a partir de esa noche aprendi a darme cuenta de que no todo lo que uno quiere hacer debe ser pensado como una estrategia para una gran competencia y que muchas veces debemos seguir nuestros impulsos sin plantearnos nada al respecto. Es la unica manera de conocernos, de tomar experiencia en algunos aspectos de la vida… ES LA UNICA MANERA DE CRECER

No hay comentarios: