Al abrir los ojos sintió que una enorme cantidad de recuerdos se agolpaban en su mente y que el día que le esperaba, no seria como cualquier otro.
Una hora antes que el despertador anunciara las 07:30, Marcelo, ya se encontraba despierto, dispuesto a preparar el desayuno. Preparo su café y salio de la casa hacia el trabajo. Seria la primera vez en meses que llegaría temprano.
Camino a la parada del ómnibus, compro el diario y comenzó a ojearlo hasta que llego el colectivo. Cada mañana era una hazaña respirar en el autobús ya que se encontraba atestado de personas, algunas bostezando, otras de mal humor o con las marcas de la almohada aun en sus rostros. Cualquier otro día se podría haber incluido a Marcelo en uno de los grupos antes mencionados, sin embargo hoy tenia un calido semblante el cual se podía destacar entre los pasajeros.
Llegando a Carabobo se acerco a la puerta del colectivo para bajar y de este modo continuar su viaje, pero esta vez, en subte hacia la oficina.
Ya en la vereda, enciende un cigarrillo y camina, con la calma de un anciano, la cuadra que lo separa de la estación. En el andar sonreía, fumaba y miraba los locales que aun se encontraban cerrados. Al llegar estación, y tras pagar su boleto, baja hacia el anden. Una cantidad considerable de personas se encontraban a la espera del subte. Abrió el diario, intento leer pero fue imposible, entonces lo guardo en su maletín y lo leería en la oficina.
Tras mirar el reloj y confirmar que estaba con tiempo de sobra, se dispuso a mirar los rostros de los sujetos que allí se encontraban, de repente su calido semblante tomo otra forma. No podía creer que a pocos metros de el se encontrara alguien que tiempo atrás había sido muy significativa en su vida. Gabriela, su ex novia.
Formalmente vestida, con una acentuada ofuscación en su rostro, miraba la vía con ansiedad. Dos años habían pasado de la ultima discusión, desde entonces no se habían visto debido a que ella dejo de vivir en Villa del Parque, barrio en el que Marcelo continua viviendo, y cambio el numero de su celular por motivos que no conocemos.
Marcelo encontró sentido a la tormenta de recuerdos que se agolpo en su mente al despertar. Un día como ese, pero dos años atrás, el había decidido dar por finalizada la relación que mantuvieron durante seis años.
¿Que hago?, pensaba. Tantas cosas por hablar habían quedado pendientes, sin embargo, al intentar acercarse sintió que sus pies pesaban demasiado y no le permitían moverse. Tenía la boca seca, por lo que tampoco pudo pronunciar una palabra. Nuevamente encendió un cigarrillo, como para darse ánimos, e intento caminar hasta ella sin oír que varias personas se quejaban debido al humo que emanaba. El subte llego. Casi todas las personas allí presentes, Gabriela entre ellos, se agolpaban en las puertas del transporte dándose empujones con el fin de conseguir un asiento pero ella no lo logro y debió quedarse parada en la puerta con la mirada fija en el andén. En ese instante sus miradas se cruzaron.
Marcelo continuaba estático en su lugar. Ella se sonrojo al verlo, y escondió su mirada en el suelo, tras un bocinazo el subte arranco.
El joven no daba crédito a lo sucedido, todo tipo de sentimientos afloraron en su ser y el reproche por no haber actuado no tardo en hacerse presente en la escena. Nuevamente la esperanza de una charla civilizada se esfumaba delante de el.
Durante varios días intento forzar al destino y volver a cruzarla pero sus esfuerzos no fueron suficientes. Día tras día llegaba al anden a la misma hora, recorriéndolo de punta a punta, busco datos de Gabriela en las guías telefónicas locales sin resultado alguno, como ultimo recurso redacto una carta y la dejo en el buzón de la antigua casa de ella aunque a los pocos días esta regreso a sus manos, debido a que los actuales dueños no sabían que fue de la vida de la muchacha que antes ocupaba ese hogar. Sin embargo el continua intentando encontrarla...
Como antes les comente, el día en que se cruzaron se cumplía un nuevo aniversario del distanciamiento y varias dudas me surgen sobre este dato.
¿Era realmente Gabriela a quien Marcelo vio en el anden, o su inconciente le jugo una mala pasada? Si bien la muchacha se sonrojo al notarse observada, tal vez fue producto del cruce de miradas que ambos supieron sostener por escasos segundos.
¿Que le ocurrió a Marcelo que no le permitió hacer nada en ese instante?
Preguntas como estas, me surgen al releer el relato. Son respuestas que tienen solamente ellos y tal vez saben por que actuaron de esa manera. Quizás algún día se vuelvan a encontrar, quizás no, lo cierto es que Marcelo aun continua esperándola, cada mañana, en el anden, a la misma hora que se dio el cruce anterior. Buscándola con desesperación entre los rostros y compartiendo algún que otro bostezo con los pasajeros.
Una hora antes que el despertador anunciara las 07:30, Marcelo, ya se encontraba despierto, dispuesto a preparar el desayuno. Preparo su café y salio de la casa hacia el trabajo. Seria la primera vez en meses que llegaría temprano.
Camino a la parada del ómnibus, compro el diario y comenzó a ojearlo hasta que llego el colectivo. Cada mañana era una hazaña respirar en el autobús ya que se encontraba atestado de personas, algunas bostezando, otras de mal humor o con las marcas de la almohada aun en sus rostros. Cualquier otro día se podría haber incluido a Marcelo en uno de los grupos antes mencionados, sin embargo hoy tenia un calido semblante el cual se podía destacar entre los pasajeros.
Llegando a Carabobo se acerco a la puerta del colectivo para bajar y de este modo continuar su viaje, pero esta vez, en subte hacia la oficina.
Ya en la vereda, enciende un cigarrillo y camina, con la calma de un anciano, la cuadra que lo separa de la estación. En el andar sonreía, fumaba y miraba los locales que aun se encontraban cerrados. Al llegar estación, y tras pagar su boleto, baja hacia el anden. Una cantidad considerable de personas se encontraban a la espera del subte. Abrió el diario, intento leer pero fue imposible, entonces lo guardo en su maletín y lo leería en la oficina.

Tras mirar el reloj y confirmar que estaba con tiempo de sobra, se dispuso a mirar los rostros de los sujetos que allí se encontraban, de repente su calido semblante tomo otra forma. No podía creer que a pocos metros de el se encontrara alguien que tiempo atrás había sido muy significativa en su vida. Gabriela, su ex novia.
Formalmente vestida, con una acentuada ofuscación en su rostro, miraba la vía con ansiedad. Dos años habían pasado de la ultima discusión, desde entonces no se habían visto debido a que ella dejo de vivir en Villa del Parque, barrio en el que Marcelo continua viviendo, y cambio el numero de su celular por motivos que no conocemos.
Marcelo encontró sentido a la tormenta de recuerdos que se agolpo en su mente al despertar. Un día como ese, pero dos años atrás, el había decidido dar por finalizada la relación que mantuvieron durante seis años.
¿Que hago?, pensaba. Tantas cosas por hablar habían quedado pendientes, sin embargo, al intentar acercarse sintió que sus pies pesaban demasiado y no le permitían moverse. Tenía la boca seca, por lo que tampoco pudo pronunciar una palabra. Nuevamente encendió un cigarrillo, como para darse ánimos, e intento caminar hasta ella sin oír que varias personas se quejaban debido al humo que emanaba. El subte llego. Casi todas las personas allí presentes, Gabriela entre ellos, se agolpaban en las puertas del transporte dándose empujones con el fin de conseguir un asiento pero ella no lo logro y debió quedarse parada en la puerta con la mirada fija en el andén. En ese instante sus miradas se cruzaron.

Marcelo continuaba estático en su lugar. Ella se sonrojo al verlo, y escondió su mirada en el suelo, tras un bocinazo el subte arranco.
El joven no daba crédito a lo sucedido, todo tipo de sentimientos afloraron en su ser y el reproche por no haber actuado no tardo en hacerse presente en la escena. Nuevamente la esperanza de una charla civilizada se esfumaba delante de el.
Durante varios días intento forzar al destino y volver a cruzarla pero sus esfuerzos no fueron suficientes. Día tras día llegaba al anden a la misma hora, recorriéndolo de punta a punta, busco datos de Gabriela en las guías telefónicas locales sin resultado alguno, como ultimo recurso redacto una carta y la dejo en el buzón de la antigua casa de ella aunque a los pocos días esta regreso a sus manos, debido a que los actuales dueños no sabían que fue de la vida de la muchacha que antes ocupaba ese hogar. Sin embargo el continua intentando encontrarla...
Como antes les comente, el día en que se cruzaron se cumplía un nuevo aniversario del distanciamiento y varias dudas me surgen sobre este dato.
¿Era realmente Gabriela a quien Marcelo vio en el anden, o su inconciente le jugo una mala pasada? Si bien la muchacha se sonrojo al notarse observada, tal vez fue producto del cruce de miradas que ambos supieron sostener por escasos segundos.
¿Que le ocurrió a Marcelo que no le permitió hacer nada en ese instante?

Preguntas como estas, me surgen al releer el relato. Son respuestas que tienen solamente ellos y tal vez saben por que actuaron de esa manera. Quizás algún día se vuelvan a encontrar, quizás no, lo cierto es que Marcelo aun continua esperándola, cada mañana, en el anden, a la misma hora que se dio el cruce anterior. Buscándola con desesperación entre los rostros y compartiendo algún que otro bostezo con los pasajeros.