“Quisiera salir de este infierno al cual entre por mi cuenta y ahora no puedo visualizar la entrada por la que ingrese tiempo atrás”. Esas fueron las palabras que Nicolás dijo a su psicóloga en el primer encuentro. Esta historia tiene un tinte actual sobre las demandas sociales a las que a veces hacemos oídos sordos por que creemos que se encuentra dentro de los limites de la normalidad.
Nicolás era un adolescente común. Había comenzado a estudiar en una universidad privada de Buenos Aires, trabajaba de administrativo en un estudio jurídico, era propietario de un monoambiente en zona Norte y tenia tiempo para dedicarle a sus amigos, hasta aquí este joven tenia todo lo que sueña un adolescente de clase media Argentina. Sin embargo, había algo que le preocupaba, cada vez que veía ropa, agradable para el, en la vidriera de un local no podía comprarla, no por falta de dinero, si no, por falta de talle y tenia que reemplazarla por otra distinta a la que le gustaba. En estos locales repetían siempre el mismo spech, que el repetía en voz baja cuando le estaban informando, “hace un momento vendí el ultimo de tu talle, pero tengo algo que te va a quedar bien”.
En la universidad no lo llamaban por su nombre, es mas podría decir que nadie lo conocía, ya que desde el primer día fue bautizado como “el gordo”. Había probado con dietas homeopáticas,
alimentarías, calóricas, etc. Pero con ninguna encontraba la solución que esta buscando, visito nutricionistas y tras varios análisis descartaron que la falta de perdida de peso no fuera producto de tiroides, entonces le confeccionaron un régimen de comidas acorde a lo que consumía. Tres meses siguió la dieta al pie de la letra y solo consiguió perder 2 kilos. Cansado de esta, la abandono y comenzó a buscar una solución milagrosa en internet. Tras largas horas de búsqueda, encontró una pagina que ofrecía una dieta fuera de lo común y teoría de una serie de actividades con las que debía acompañar el tratamiento. Al principio le parecía descabellado que existieran personas que pasaran el día solo con una manzana y 4 litros de agua, sumado a eso una rutina de 400 abdominales diarios y que lo único sólido que había ingresado en su cuerpo saliera por donde ingreso. Cerro la pagina y continuo con su búsqueda, pero su mente comenzó a trabajar... “y si esto fuera la solución que estoy necesitando” aunque rápidamente se daba cuenta de que era una locura y seguía con la búsqueda. Varios días perdió delante de la pc en vano ya que no consiguió lo que estaba buscando entonces decidió probar con lo que días atrás consideraba una locura. 
En un lapso de dos meses, Nicolás, logro bajar los 40 kilos de sobrepeso que tenia aunque el continuaba viendo la misma imagen que hace dos meses lo llevo a que su alimento diario fuera una manzana y que sus visitas al toilette fueran mas que para higienizarse.
Durante estos dos meses pudo notar que sus estados de animo habían cambiado. No veía a sus amigos, abandono la carrera, se había convertido en una persona muy irritable y el cansancio era constante, pero esto no le impidió en seguir con este tratamiento. Como no veía cambios estéticos en su cuerpo quito de la dieta el único alimento sólido que ingería, la manzana y sus ingestas solo eran liquidas. Nicolás en ese momento pesaba 52 Kg.
Sus compañeros de trabajo notaron el cambio que el no podía notar y cada vez que lo cruzaban. Su piel paso de ser trigueña a un blanco similar al de la leche, las ojeras que tenia llegaban hasta los pómulos, su cansancio era visible al igual que sus cambios de humor y su cuerpo comenzó a darle avisos.
Una mañana de noviembre tras desayunar te verde con edulcorante, ingreso al baño y salió tras vomitar lo único que había ingerido. Llego al trabajo, saludo a su compañera de oficina y rumbo a su escritorio se desmayo. Laura, la compañera, desesperada llamo a la emergencia. Nicolás jamás se había desmayado anteriormente. Recostado en una camilla recobro el conocimiento mientras el enfermero informaba que su presión estaba muy por debajo de lo normal y solicitaba algo sólido para que el joven ingiera. Segundos mas tarde, Laura, volvió con un paquete de galletitas de agua las cuales Nicolás se negó a comer, el enfermero acababa de notar a lo que se estaba enfrentando y solicito que los dejaran a solas unos momentos. Una seguidilla de preguntas surgieron de boca del profesional y cada una obtuvo como respuesta una evasiva.
Una vez recuperado el joven, el enfermero solicito a la chica que lo guiara hasta la salida y en el camino a esta, comento su temido diagnostico. Laura no podía creer lo que estaba oyendo, y tampoco sabia como enfrentar a su amigo, ya que ella lo consideraba como tal. Fumo un cigarrillo en la vereda, para juntar valor y volvió a la oficina para enfrentar al joven de la manera mas amable.
Laura fue al grano, pregunto cuanto tiempo había pasado desde el ultimo alimento que ingreso en su cuerpo y en el quedo. Este no podía creer lo que estaba escuchando, tras un largo silencio...confeso.
“Hace cuatro meses que no como y aun así cada vez me veo mas gordo, se que las cosas se me fueron de las manos. Al principio creí que era una solución pero ahora es un tormento. Quiero volver a ser el que era y no puedo, no puedo”. Ambos rompieron el llanto y se fundieron en un abrazo. Ella juro hacer todo lo que estuviera a su alcance a cambio de que el se dejara ayudar, secándose las lagrimas, accedió.
En la universidad no lo llamaban por su nombre, es mas podría decir que nadie lo conocía, ya que desde el primer día fue bautizado como “el gordo”. Había probado con dietas homeopáticas,


En un lapso de dos meses, Nicolás, logro bajar los 40 kilos de sobrepeso que tenia aunque el continuaba viendo la misma imagen que hace dos meses lo llevo a que su alimento diario fuera una manzana y que sus visitas al toilette fueran mas que para higienizarse.
Durante estos dos meses pudo notar que sus estados de animo habían cambiado. No veía a sus amigos, abandono la carrera, se había convertido en una persona muy irritable y el cansancio era constante, pero esto no le impidió en seguir con este tratamiento. Como no veía cambios estéticos en su cuerpo quito de la dieta el único alimento sólido que ingería, la manzana y sus ingestas solo eran liquidas. Nicolás en ese momento pesaba 52 Kg.
Sus compañeros de trabajo notaron el cambio que el no podía notar y cada vez que lo cruzaban. Su piel paso de ser trigueña a un blanco similar al de la leche, las ojeras que tenia llegaban hasta los pómulos, su cansancio era visible al igual que sus cambios de humor y su cuerpo comenzó a darle avisos.
Una mañana de noviembre tras desayunar te verde con edulcorante, ingreso al baño y salió tras vomitar lo único que había ingerido. Llego al trabajo, saludo a su compañera de oficina y rumbo a su escritorio se desmayo. Laura, la compañera, desesperada llamo a la emergencia. Nicolás jamás se había desmayado anteriormente. Recostado en una camilla recobro el conocimiento mientras el enfermero informaba que su presión estaba muy por debajo de lo normal y solicitaba algo sólido para que el joven ingiera. Segundos mas tarde, Laura, volvió con un paquete de galletitas de agua las cuales Nicolás se negó a comer, el enfermero acababa de notar a lo que se estaba enfrentando y solicito que los dejaran a solas unos momentos. Una seguidilla de preguntas surgieron de boca del profesional y cada una obtuvo como respuesta una evasiva.
Una vez recuperado el joven, el enfermero solicito a la chica que lo guiara hasta la salida y en el camino a esta, comento su temido diagnostico. Laura no podía creer lo que estaba oyendo, y tampoco sabia como enfrentar a su amigo, ya que ella lo consideraba como tal. Fumo un cigarrillo en la vereda, para juntar valor y volvió a la oficina para enfrentar al joven de la manera mas amable.
Laura fue al grano, pregunto cuanto tiempo había pasado desde el ultimo alimento que ingreso en su cuerpo y en el quedo. Este no podía creer lo que estaba escuchando, tras un largo silencio...confeso.
“Hace cuatro meses que no como y aun así cada vez me veo mas gordo, se que las cosas se me fueron de las manos. Al principio creí que era una solución pero ahora es un tormento. Quiero volver a ser el que era y no puedo, no puedo”. Ambos rompieron el llanto y se fundieron en un abrazo. Ella juro hacer todo lo que estuviera a su alcance a cambio de que el se dejara ayudar, secándose las lagrimas, accedió.
Laura comenzó a llevarle todos los mediodias el almuerzo a Nicolás para asegurarse de que comiera y seguía sus pasos controlando de que no cometiera los errores que lo llevaron a la actualidad, contacto a su psicóloga, le comento lo ocurrido y la profesional le brindo el teléfono de una colega especializada en Bulimia y Anorexia en adolescentes...